Ya os hemos hablado en alguna ocasión de los sistemas sensoriales y la importancia que tienen en los procesos de desarrollo de los niños y niñas.
Hoy queremos presentaros el octavo sentido y, quizá, el menos conocido: la interocepción.
Todos los sentidos tienen sus propios y característicos receptores que se encargan de recibir la información sensorial, los del gusto están en la lengua, los de la vista en los ojos, etc. Los del sistema interoceptivo se encuentran dentro del cuerpo, en nuestros órganos internos. Este sentido se encarga de informarnos del estado de nuestro cuerpo.
Y…¿esto que quiere decir?
Pues que nos da información acerca del dolor, de nuestra temperatura corporal, de las sensaciones de hambre y sed, de si tenemos que ir al baño, del sueño, de la frecuencia cardiaca, la respiración…
Se trata de un sistema clave para conseguir la autonomía en actividades como el vestido, al saber qué tipo de ropa debemos llevar, la alimentación, para saber qué cantidad de comida dar a nuestro cuerpo, etc. y también es importante para algunos hitos del desarrollo como el control de esfínteres (que comentamos hace poco). Además, también juega un papel fundamental en la identificación de emociones, nos dirá si sentimos “mariposas en el estómago”, si aumenta nuestra tensión o si tenemos un “nudo en la garganta”.
Cuanto mejor sentimos nuestro cuerpo seremos más capaces de dar con la respuesta que se adecue más a lo que estamos identificando. Hay personas que su procesamiento sensorial no identifica bien los estímulos, los sienten de manera exagerada o demasiado poco y esto, con respecto al sistema interoceptivo, puede ser problemático.
Algunos ejemplos serían:
- No se ponen el abrigo cuando hace frío.
- No llegan al baño a tiempo y siempre tienen ganas de ir.
- Parece que siempre tienen hambre.
- No distingue cuando está cansado.
¿A que nos referimos cuando hablamos de trastornos del procesamiento sensorial?
Cuando hablamos de trastornos del procesamiento sensorial no nos referimos a que los niños y niñas realicen estas conductas de manera puntual, sino que sea en muy repetidas veces e influya en el desempeño del niñx en sus actividades cotidianas. También es importante destacar que es un profesional quien debe confirmar si se trata de un problema susceptible de tratamiento y ofrecer las pautas a seguir.
¿Cómo acompañarles en su desarrollo sensorial?
Por otro lado, a veces seguimos rutinas que nos impiden identificar estas situaciones sin necesidad de que haya un trastorno del procesamiento sensorial. Para que nuestros niños y niñas aprendan a identificar estas señales del cuerpo es necesario que las experimenten y, muchas veces nuestro rol como adultos, es sencillamente acompañarles.
Esto ocurre, por ejemplo, cuando obligamos a lxs niñxs a comer y no respetamos su sensación de saciedad, o cuando les decimos que están exagerando cuando se han hecho daño o expresan dolor.
Si queremos que nuestros niños y niñas se desarrollen, sean autónomxs y aprendan a regular y gestionar su cuerpo, debemos dejarles el espacio adecuado y darles la comprensión y el cariño que necesitan.
Rosa Sánchez Alarcón
Terapeuta ocupacional