Uno de los motivos más frecuentes de consulta en fisioterapia infantil es la preocupación porque el niñx se cae mucho, o se muestra inestable, lo que muchxs achacamos a un problema de equilibrio.
¿Pero es siempre un equilibrio deficitario o inmaduro el origen de estas situaciones?
En realidad que un niñx tenga especial tendencia a caerse puede responder a muchas causas. Por un lado, hay que dejar claro y diferenciar al pequeñx que acaba de alcanzar el increíble reto de caminar por sí mismo, normalmente entre los 10 y los 18 meses, y está en fase de entrenamiento y, por tanto, es muy normal que se den frecuentes caídas. En este caso, el niñx tiene que poner en práctica y afianzar las diferentes estrategias de las que disponemos los seres humanos para mantener nuestro cuerpo en la postura deseada, como es el mantenerse de pie, a la vez que realiza una actividad, en este caso, caminar.
Y… ¿qué estrategias son esas? Principalmente disponemos de reacciones de equilibrio, encargadas de devolver a la posición erguida a nuestro cuerpo cada vez que éste la pierde, lo cual sucede todo el tiempo, por lo que nuestros músculos tienen que estar en constante equilibrio entre unos y otros. Si estas reacciones no son suficientes porque el desequilibrio es mayor, disponemos de las reacciones de apoyo, que nos sirven para protegernos de daños mayores.
En ocasiones, estas reacciones de equilibración no actúan adecuadamente dando lugar a un cuadro de falta de equilibrio.
¿Cuáles son las causas más comunes del desequilibrio?
– Alteraciones del tono muscular: en el caso de las hipertonías, los músculos no son capaces de regular bien cuándo contraerse y cuándo relajarse, tendiendo a estar contraídos, por lo que no dejan al cuerpo adaptarse a los pequeños movimientos que necesita para equilibrarse. En el caso de las hipotonías, la falta de velocidad y de intensidad en la contracción muscular puede provocar pérdidas de equilibrio, así como reacciones de apoyo débiles que no lleguen a evitar la caída.
– Lesiones cerebelosas: donde el órgano central que controla el equilibrio está dañado y, por tanto, las respuestas que envía a los músculos no son las adecuadas. Suele ir acompañado de temblor, dismetría y otros signos neurológicos.
– Parálisis cerebral infantil: ya sea en forma de hemiparesia, diplejia o tetraparesia, el control de la postura y el movimiento está alterado, y por tanto, el equilibrio.
– Falta de integración sensorial a nivel vestibular o propioceptivo: ambos sistemas son indispensables para el correcto desarrollo del equilibrio, ya que se van a encargar de percibir en qué postura estamos y en qué posición tenemos nuestros miembros y, por tanto, de avisar de que estamos perdiendo el equilibrio y qué hacer para retomarlo.
– Alteraciones visuales: el sistema visual es la tercera pata del tripode del equilibrio, junto con los sistemas vestibular y propioceptivo. Cualquier problema a este nivel puede afectar directamente al control del equilibrio por parte del niñx.
– Alteraciones en la alineación esquelética: como pies planos valgos, valgo de rodillas, dismetrías de miembros inferiores, pies hacia dentro, etc. que dificultan el mantenimiento del equilibrio por razones puramente mecánicas.
Ante estas situaciones, o cualquier otra, que provoque problemas de equilibrio en nuestrx hijx es importante valorar las posibles causas hasta encontrar el origen para así abordarlo de la forma más adecuada posible.
Si tiene un pie plano valgo quizá el uso de plantillas sea parte de la solución, o si tiene un déficit visual con el uso de lentes mejore. Pero en la mayoría de los casos, la fisioterapia es el tratamiento de elección, pues intervenimos simultáneamente sobre el sistema muscular, vestibular, propioceptivo y esquelético, con el fin de mejorar las estrategias del ser humano para mantener el equilibrio.
A continuación os ponemos algunos ejemplos de actividades que realizamos con I., un niñx de 22 meses con retraso psicomotor y leve hipotonía muscular, que presenta un déficit en sus estrategias de equilibración:
Irene López Amorós
Fisioterapeuta Pediátrica